Habilidades Humanas
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¿A qué hora les dimos tanto poder?
Hoy quiero escribir sobre una idea que me da vueltas y vueltas en la cabeza: la responsabilidad desmedida que hemos puesto sobre las posiciones de liderazgo.
Lo digo porque pareciera que, si no tenemos al líder ideal —el que esperábamos, el que “debería ser”—, eso nos da permiso para desmotivarnos, deprimirnos, dejar de hacer que las cosas pasen. Nos da permiso para quejarnos, estancarnos y encerrarnos en una jaula sin rejas.
Entiendo el valor de tener una figura que guíe, que indique el camino, que contenga. Pero... ¿En qué momento le dimos tanto poder? ¿Cuándo decidimos cederle la responsabilidad de nuestra vida laboral (y a veces personal)?
La realidad es que muchos líderes no son todo lo que podrían ser. A muchos les falta trabajo técnico, emocional o simplemente humano. Pero es lo que hay. Esa es la realidad. Y ante eso, solo queda aceptar lo que es, y empezar a transformar creativamente esa realidad a nuestro favor.
¿De verdad necesitamos tanto —y para tanto— a un líder?
La respuesta no es simple. Sí necesitamos líderes. Pero no necesitamos darles tanto valor como si fueran lo único que importa.
Veo mi propia trayectoria profesional y recuerdo las veces en que pensé que el líder que tenía no era el que necesitaba. Que no se comportaba conmigo como yo esperaba. A veces, logré transformar la situación a mi favor. Encontré la forma de adaptarme, retomé mi responsabilidad y enfoqué mi atención en lo que sí podía hacer. Otras veces no. Me quedé atascada en la idea de que esa persona tenía que cambiar para que yo pudiera hacer bien mi trabajo. Esa batalla la perdí: no tomé responsabilidad, y terminé por renunciar.
De esas experiencias aprendí algo valioso: Sí, un líder es importante. Pero no lo es tanto como para cruzarme de brazos y esperar a que haga por mí lo que yo no quiero o no sé cómo hacer.
Los de abajo también podemos transformar
Puede sonar ingenuo, lo sé. Los líderes tienen poder de decisión y su influencia puede estancar o incluso frenar una carrera. Pero también sé esto: los de abajo en el organigrama somos más.
No hay líder sin seguidores. Así que hoy te invito a hacerte una pregunta:
¿A quién estás siguiendo realmente? ¿A quién le estás entregando tu poder, tu energía, tu atención?
Revoluciona tu camino
Transforma tu vida, toma la decisión de empezar a conocerte, ahora.